lunes, 1 de febrero de 2010

Una ronda que es la monda


La ronda que es la monda, el esperpento de la circulación, el despropósito ingenieril, el sálvese quién pueda, el pase usted que giro yo, el atasco fraudulento o mil coches sin movimiento. Todas estas definiciones pudieran utilizarse para definir a la ronda de San Agustín, un caos circulatorio que te despierta todas las mañanas cuando tratas de penetrar o salir de la ciudad o del polígono.

Si no había ya confusión y malestar por parte del ciudadano o del usuario de la vía, a alguien en medio del follón general, se le ocurre inventarse una nueva vía fluvial de coches y autobuses en la salida a la misma circular por delante del colegio allí ubicado, saltándose a la torera las normas (retranqueo de 60m a la tangente a la ronda y aprovechamiento de la vía de servicio si la hubiere, doy fe que la hay) añadiendo un poquito más de estrés a los que por allí se congregan en las horas punta.

Y me pregunto yo, ¿quién añade estas nuevas variables en un entorno ya de por si complejo, no debería dimitir o al menos excusarse con todos los ciudadanos? Es evidente que el civismo brilla por su ausencia y que me perdone Dios y San Agustín al citarle su frase “Todo el que cree, piensa. Porque la fe, si lo que cree no se piensa, es nula”.

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