Es cierto que en ocasiones la pierdo, pero enseguida encuentro oportunidad de refugiarme en ella, es una alianza de años con ella y con el trabajo diario y la pasión en las cosas, lo que me ha permitido siempre lograr mis objetivos.
Sin fe, no hay esperanza, sin trabajo no hay nada y sin pasión falta el alma de las cosas y la personalización de lo que haces.
Me acuerdo perfectamente de cuando comencé a jugar a fútbol, mejor dicho cuando inicié mis entrenamientos con un equipo infantil para jugar al fútbol 11. Nos pasamos el primer invierno dando patadas al balón contra la pared, eso si de cincuenta mil maneras diferentes, a nosotros nos parecía aburrido, pero yo tenía fe en que el entrenador nos estaba mostrando como tocar el balón, como mimarlo, como tu golpeo bueno o malo te era devuelto por el muro de manera especular, recto= recto, desviado= + desviado y a por el puñetero balón.
Desarrollé un toque decente pero sobre todo un golpeo potente y dirigido hacía donde yo quería después de dedicar 2 horas a la semana, lloviese o no, hiciese frió o calor, durante más de 3 años,¡ese muro no lo olvidare nunca!
Ahora soy quién soy porqué tuve la suerte de tener tutores que me hicieron ver el camino y también porque advertí a tiempo a quienes me querían desviar de el y sobretodo por tener fe de que podía conseguir las cosas que me propuse como he dicho antes.
¡Hasta pronto!
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