jueves, 28 de enero de 2010

Sensaciones


Todo proceso de cambio se alimenta de un paso fundamental: el paso del yo al nosotros es necesario. Lo he explicado con anterioridad en otras entradas anteriores- Ver etiquetas con El cambio necesario-

Ese paso no es fruto de un día, de una revelación, de una visita de Dios, de ...., sino de la búsqueda de los individuos, de la lucha de los mismos por mejorar el presente colectivo, en el contexto que sea.

Os he hablado ya del libro de Manel Estiarte "Todos mis hermanos", donde él hace una introspección en este tema, de la habilidad de unir recursos y habilidades para lograr el objetivo
de ganar, por parte de un equipo. De como las dificultades, el sacrificio, los malos momentos y los buenos, unen a las personas y las mantienen alineadas respecto a ese objetivo común. También habla del establecimiento de reglas no escritas que se deben respetar por encima de las relaciones personales, por el bien del grupo.

No obstante para que el cambio sea factible están "los otros", no, no estoy hablando de la película de Amenabar, ni de las almas del más halla, sino del más allá del grupo en el que en un determinado momento formamos parte denominado "nosotros".

Esta mañana lo hablaba con mi amigo Carlos y coincidíamos en "aprecia"r la necesidad de que para que ese cambio sea el que necesita la sociedad, el individuo se debe dar cuenta de la otredad.

Aquí es cuando recurro a explicaros el término para que nadie se pierda: La otredad es un sentimiento de extrañeza que asalta al hombre tarde o temprano, porque tarde o temprano toma, necesariamente, conciencia de su individualidad.

En algún momento cae en la cuenta de que vive separado de los demás; de que existe aquél que no es él; de que están los otros y de que hay algo más allá de lo que él percibe o imagina.
La otredad es la revelación de la pérdida de la unidad del ser del hombre, de la escisión primordial. Adán se descubre desnudo; habiendo perdido su inocencia, se ve a sí mismo y apenas se reconoce. La otredad es para el hombre moderno un mal que se soporta con dolor: la conciencia moderna no acepta que su individualidad sea una realidad plural y que detrás del hombre que piensa se esconda otro que mantiene una vida "ilógica", que sostiene a menudo lo que la razón reprueba. -Lean a Octavio Paz y encontrarán más-


¿Van encontrando la luz? ¡Hasta Pronto!

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