Desde cualquier perspectiva es complicado plantearse como enfrentarse a una realidad que tarde o temprano tendremos que afrontar, máxime cuando la situación en nuestra familia pueda ser en un determinado momento de felicidad, complicidad, colaboración, disfrute...
No obstante es conveniente hacerse un planteamiento de esta cuestión sobre todo para poder encajar un golpe o un palo de este tipo.
No quiero decir con esto que hay que plantearse la muerte de un familiar o amigo a nivel preventivo, sino más bien como deberé reaccionar o como reaccionarían los demás de modo que se pueda equilibrar cuanto antes mi vida a pesar de la falta de esa persona querida.
Yo por desgracia perdí hace ya 11 años a mi hermano Alvaro, pero no solo lo perdí yo, lo perdieron mis padres, mi otro hermano, el resto de familiares y sus amigos y compañeros de Universidad. Fue un palo, como un tiro en la espalda, una situación que te trastoca todo y te pone en la realidad de lo vulnerables que somos. La distracción de otro amigo mientras conducía el coche le llevo en esta vida a estar lejos de nosotros.
Yo apreciaba mucho a mi hermano, era una persona rebelde pero muy noble, una persona que tenía sus convicciones y era muy dicharachero con sus amigos. Tenía un humor agridulce que en algún momento me cabreaba, pues yo era su hermano mayor y muchas veces los mensajes los dirigía hacia mi, pero era hábil al hacer sus comentarios y audaz para defenderlos.
Había madurado mucho en los últimos años y tenía una gran compenetración con mi madre, era cariñoso con ella, más que sus dos hermanos y escuchaba a mi padre, quizás más que sus hermanos también.
Le recuerdo, le añoro y le tengo en mi memoria puro, veloz en la carrera y en el regate con el balón; su zurda junto a la de su amigo Dani, hacían estragos en las defensas. Le estimo por como saco adelante su carrera de Psicología aunque no pudo ejercerla, demostrando que las cosas que se proponía, si le gustaban, las terminaba, yo sin embargo no puedo decir lo mismo siempre.
Era nuestro hermano, era parte de nuestra vida y lo lógico no es encerrarse en la tragedia sino ser inteligentes y tratar de hacer gala de sus recursos, de sus aspectos positivos y hacerle un homenaje haciendo que también sean los tuyos, viviendo por él el tiempo que nos ofrece nuestra propia vida haciéndolo como él lo hubiera hecho.
Cuando escribo esto, me atraganto y casi me salta una lágrima: son los sentimientos que al llevarlos al papel, trasfieren desde mi interior para clavarse en este blog en el que estas cosas también tienen su cabida.
Un abrazo, hermano. Gracias.
ResponderEliminarTambién a mí se me arrebató la vida de mi hermano. Carlos se llamaba, tenía sólo 18 años y estaba comenzando a vivir. Acababa de sacarse el carnet de conducir y ni siquiera pudo lucirlo en su cartera. Han pasado ya, no sé muchos años, pero sin embargo, cada vez que pienso en él, como a tí se me cristalizan los ojos...
ResponderEliminarGracias Carmen, ese sentimiento no obstante me reconforta y me hace pensar que esta bien y que nos hemos conectado.
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