miércoles, 22 de diciembre de 2010

La situación de la educación en España


No soy muy dado a representar en este blog un texto literal leído con anterioridad, pero este en concreto encaja al 100% con lo que pienso, sin fisuras, por ello en vez de ponerlo en un link, os lo dejo para que lo leáis directamente:


Excelencia, docencia y endogamia
F. JAVIER CUDEIRO MAZAIRA (Catedrático de Fisiología de la Universidad de A Coruña) 22/12/2010

Una vez más, nos hemos visto agitados por los malos resultados de nuestros estudiantes retratados en el informe PISA como parte de un colectivo precario, necesitado de atención y no coincidente con nuestra (supuesta) posición en el ranking de las economías mundiales que, con orgullo desmedido pero nula destreza, esgrimen los políticos.

Y una vez más, se ha visto el gesto torcido y un aire de sorpresa en nuestros gobernantes. Pero ¿de qué se extrañan si no se ha realizado ni un diagnóstico certero ni se han arbitrado las medidas adecuadas y con la intensidad necesaria?

El reconocimiento social de nuestros educadores es bajo, su autoridad está en entredicho, se modifican los planes de estudio con cada cambio de luna, y el valor de trabajo y el esfuerzo parecen secundarios. Ante este paisaje, la medida estrella que contempla es dotar de ordenadores a todo el que pisa un aula. ¡Por amor de Dios, si no entienden lo que leen y trastabillan al escribir!

Como era previsible, el debate se ha extendido a la enseñanza universitaria, a la valía del profesorado y a la (falta de) excelencia en la Universidad española. Aquí el diagnóstico tampoco es bueno, pero observando la notoria mejoría en la formación de nuestros científicos y docentes, la mayor parte de las veces en el extranjero, y debido a un cambio generacional que ha inyectado modernidad y visión de futuro en el sistema, uno, inocentemente, veía con optimismo el futuro, pensando que la nueva sangre con sobrados méritos iría transformando, poco a poco y con trabajo, la Universidad.

¡Craso error! Como si del monstruo que atormentaba a Larra se tratara, la burocracia de selección de los candidatos nos ahoga, los auténticos méritos se diluyen en un marasmo de requisitos sin sentido y la endogamia, la colocación a dedo, sigue primando.
¿Cómo es posible que en un tribunal alguno de sus miembros sea el director del actual de proyecto de investigación de uno de los candidatos? ¿Se han preguntado por qué en una inmensa mayoría de las plazas universitarias solo se presenta una persona?

Es lamentable, pero qué bien se puede aplicar aquí la frase de Graham Leicester: "Intentar introducir cambios en la Universidad es como intentar cambiar un cementerio, no puedes esperar ayuda desde dentro"..

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