Con el paso de los años uno va teniendo la sensación de que su camino en la vida es como tejer una larga manta que servirá para ser recordada por uno mismo el día en que su cuerpo no aguante mas y que de igual modo sirva a los demás de dual ejemplo por los acontecimientos que vivieron,compartieron, escucharon o interpretaron contigo, así que de algún modo con sus agujas ayudaron a elaborarla o con sus miradas y sentidos a observarla y verla de otro modo o forma.
Para mi en este momento de mi vida lo mas importante no es lo que he tejido hasta hoy sino como lo he tejido y lo que estoy tejiendo hoy y debo reconocer que aunque no me arrepiento de muchas cosas, si lamento no haberme dado cuenta antes de que lo importante que es el sistema de producción.
Creo saber, que no hay manta mas hermosa que la que uno mismo logra tejer, eligiendo los colores, el tipo de hilo y el tipo de unión que realizará, así como el tipo de aguja con que dispondrá en cada momento para bordar cada día y que conduzca a un bello detalle en la misma.
Reconozco que muchas personas en este mundo están tirando por la borda la oportunidad de tejer sus mantas, pues un día les convencieron de que lo mejor para ellos era que dejasen de preocuparse en pensar y que lo mejor seria que otros se ocupasen de tejer sus vidas mediante un sistema en el que unas mantas y otras parecieran el resultado de estándares que por otro lado no brillan por su calidad.
Así mismo nos sentimos igualmente capacitados para constantemente criticar y evaluar a que fabrica le dieron la oportunidad de tejer sus vidas los demás, enjuiciando a los que eligieron caminos u opciones diferentes a las nuestras.
Hace poco descubrí que el punto de cruz es bonito, no por el patrón en si mismo, sino por el origen del mismo. Quien invento ese patrón pretendió apropiarse de las mantas de muchos seres a las que Jesus pretendió enseñar que lo mejor era tejer sus mantas como un artesano mas, reconociendo día a día nuevas formas y trazos, disfrutando de la confección y aprendiendo de los errores con los remiendos. Esas eran las mantas que a el le gustaban.
Sin embargo cuando nos educan,nos hacen ver la conveniencia de seguir un determinado patrón, de entregar nuestra manta y de vez en cuando poder dar alguna puntadita que nos diferencie de los demás. Aquellos que se salen de ese patrón habitualmente o son repudiados por fracasados sociales o son admirados porque con su creatividad y esfuerzo por salirse del guión conquistaron las almas de los demás, no hay termino medio.
Se nos enseño a martirizarnos y arrepentirnos por nuestras malas puntadas y a pedir disculpas a Dios, cuando lo mas sensato era comprender en nuestro interior que habíamos pensado y sentido o que no y que nos había conducido a dar ese traspiés para luego remendar el error volviendo hacia atrás y descosiendo no solo nuestra puntada, sino comunicándonos con el tejedor de alguna otra manta a la que aquel pespunte había dañado.
Cuando nacemos somos potenciales artesanos de bellas mantas: las nuestras, pero esta visto que lo que nos dictan en nuestra cultura es que el éxito mas importante es convertirse en responsables de sistemas de producción de fabricas (unas mas grandes que otras) en las que los demás han dejado sus mantas, para que con el poder que otorgan a nuestras decisiones podamos marcar y confeccionar las mantas de los demás, a veces incluso olvidando tejer la que nos dieron a elaborar a nosotros mismos, porque perdimos la hebra. Así mismo los dueños de las fabricas que siempre serán los mismos, se convertirían en los verdaderos dioses, dueños de las decisiones y del devenir de las mantas de los demás.
Estamos también capacitados para unir lazos con otras mantas durante breves espacios de tiempo y que de esos hilos surjan nuevas hebras que un ser nuevo tendrá que tejer. Cuando educamos a estos seres les decimos que hagan las puntadas de un modo determinado en vez de enseñarles que el mejor camino para aprender a tejer es equivocándose repasando y reparando lo hecho, para a partir de ahí realizar maravillosos trazos que solo podrá dar uno mismo para convertirse en un gran artesano de mantas.
Creo haber entendido que solo prestando atención al modo de producción: artesanal y desviando la atención de lo que hacen los demás, siendo respetuoso con ellos y ajeno a su juicio, seré mejor.
También me interesa aprender para realizar y mejorar la confección de bellos detalles en mi manta, para adornarla de escarapelas y motivos hermosos cada día y sobre todo disfrutar de ellos; pero nada me entusiasmaría mas que si pudiera y fuese digno, mostrar a los demás que por un trayecto parecido, que no igual, se puede alcanzar el éxito en la vida: sentirse libre para disfrutar de lo que uno hace en el contexto personal en el que cada uno se encuentre o en el que cada uno desee estar.
Hoy mas que nunca me atrevo a decir que el verdadero sabio es el que sabe tejer su manta y no se postula como el tejedor de ninguna otra mas. Que es feliz porque se ha dado cuenta que es libre para tejerla con los innumerables y hermosos hilos que se le vengan a la cabeza y que no por tener hilos de oro y plata su manta tendrá un mayor valor, ya que lo importante es en verdad el modo en como dio sus puntadas y como mostró a quienes se acercaron a el, el camino sin mostrar su manta como ejemplo, sino desde la pasión de querer hacerles ver que cada uno debe encontrar el suyo. Así cuando termine su manta este preparado para llevársela en esos últimos momentos,dejarnos una muestra y poder así esbozar una sonrisa desde su alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario