Hoy me sentí un naufrago liberado, un Robinson que descubrió la distinción entre vivir y la libertad y todo aconteció en un sueño que me abrió definitivamente los ojos, que me llevo al limite y del cual extraje mis propias conclusiones.
Era primavera y ya me encontraba a bordo del crucero en el que me había embarcado como polizón,quería observar de cerca la vida de los pudientes, de los que en ese momento dominaban el mundo, a los que les iba de perlas económicamente hablando, aislados del verdadero mundo de sufrimiento y de la escasez pero huérfanos del disfrute verdadero.
En ese barco se compraba hasta el sol si hiciese falta, no escatimaban en caviar, champan y el marisco fresco inundaba las bodegas y las despensas. Hubiese sido sencillo y tentador haberse hecho pasar por otro de ellos, haber burlado por segunda vez la seguridad del barco y haber optado por suplantar a algún Don Juan adinerado ya que mis conocimientos informáticos y mi astucia me permitían eso y mas. Podía tener acceso a la base de datos y una vez recopilados los datos de los pasajes devueltos a ultima hora y desde el servidor de la compañía de cruceros imprimirme la tarjeta Vip, así como vulnerar la casilla de chequeo correspondiente al pago en efectivo y embarque de ultima hora, pero yo no me había enrolado para eso.
Tenia una misión diferente, el caso es que ni yo mismo sabia el fin último, quería escribir un libro y no tenia argumentos, por lo que pensé que este tipo de aventuras, te dan un plus de posibilidades, es como si se abriese la veda de los argumentos y tu fueses el primer cazador de ese coto privado.
Los primeros días los pase refugiado en el barco, concretamente en la sala de maquinas. Me pareció inoportuno arriesgar hasta que llegásemos al primer puerto donde haríamos escala. Poco me importaba el trayecto, sino la duración de 25 días del crucero y los puntos insólitos por donde pasaríamos y atracaríamos. Mi plan era atender las necesidades del capitán de un relaciones publicas, pues el vigente iba a sufrir una indisponibilidad apenas media hora antes de partir de la primera escala. Nada grave, al contrario, una indisposición temporal severa que a las tres horas quedaría resuelta, pero que obligaría a su hospitalización inmediata. El barco por otra parte no podría dejar de partir, por eso ya tenia mi curriculum a mano y tras la entrega para satisfacer las necesidades del capitán,una vez estuve presente en los primeros auxilios del relaciones publicas, ya había logrado un vinculo extraordinario para estar mas cerca de los que quería expiar.
Me había preparado a conciencia las actividades a desarrollar así como el conocimiento de los recursos disponibles en el barco, para ser tanto resolutivo como creativo en las ofertas y demandas del pasaje, quería ganarme la confianza del capitán rápidamente. Mi español, ingles e italiano eran mas que suficientes para hacerme entender con el 90% de los clientes y con la totalidad de la tripulación.
Las fiestas, los bailes y juegos que preparábamos daban rienda suelta a las necesidades de los allí presentes, previo a las noches de tranquilidad para unos y desenfreno de otros. Pero hasta aquí todo normal, ¿quien no se hubiese permitido un viaje así disponiendo de tiempo, dinero y la compañía femenina selecta existente?
Mi objetivo era dejarme llevar en el papel y observar, observar y observar, como se comportaría un selecto grupo de personas pudientes entre ellos y con los demás.
Me di cuenta que cuando perteneces a la elite, o en este caso participas organizando las actividades que les apasionan, todo aparenta ser sencillamente perfecto: son personas educadas, amables e incluso serviciales en cuanto a su disposición a colaborar en los juegos y a contestar a preguntas sobre su vida, pero en cuanto sonaba el móvil, cosa que ocurría rara vez y por las pocas zonas de cobertura del crucero,todos ellos se transformaban e irradiaban una energía negativa indescriptible.
Estaban acostumbrados a manejar sus compañías y sus bancos desde la distancia, siempre con un sin fin de colaboradores que partía de una estructura piramidal con un gerente cualificado al cual afincaban a sus hijos para que aprendiesen todos los hilos del negocio. La presión y el control eran la base de su gestión para incrementar su patrimonio y los depósitos de sus ya repletas cuentas.
A mitad del trayecto ya había podido conversar con la mayor parte de los pasajeros: ricos, ricachones, gígolos y putas esencialmente. Los había de todas clases y en cuanto a esto la clasificación fundamental por lo que respecta al comportamiento, la había hecho en virtud del origen de su fortuna. Sin hacer distinciones ahora si que diría que los mas desalmados eran los que habían ostentado cargos públicos y a través del poder de su puesto cambiado el signo de sus cuentas depositadas casi siempre en paraísos fiscales por ejemplo a cambio de favores, por otro lado también eran los mas desconfiados y los que menos propinas dejaban. Al otro extremo estaban los ricos de tercera generación, los cuales habían vivido siempre en la abundancia y disponían de una segunda herencia porque su abuelo o su padre eran los creadores de una tecnología tal que la sola utilización de la patente por parte de gobiernos y compañías les cubría de oro, estos eran mas desapegados al dinero y fundamentalmente mas libres de espíritu, así pude ver que hasta en los ricos hay clases.
Cuando cruzábamos el Pacifico sufrimos dos días de intensas tormentas, y a la mañana del tercer día el piloto avisto un reflejo en medio de la nada. Al acercarnos descubrimos que se trataba de un naufrago. Mi primera reacción fue de alegría, pero pronto comprendí como es un rescate en un crucero de este tipo.
La primera intención del capitán no fue trasladar una barca para la atención inmediata del naufrago, eso de por si ya me puso en alerta y en contradicción absoluta con mis principios fundamentales, sino preocuparse de que ese naufrago no padeciese las fiebres amarillas tan habituales y letales para los demás. Según el llevaba a un selecto grupo de personas y no se podía arriesgar al contagio. Yo le comente que ¿como era posible que no tuviesen preparado un protocolo de emergencia para estos casos con un sistema de aislamiento inicial...? El capitán me miro y me dijo con crudeza que me ocupase de atender a los turistas.
Desde lo lejos observe la escena mas macabra de mi vida: El capitán desde proa preguntando al naufrago que aun varaba en el océano quien era, si estaba enfermo y si tenia suficiente dinero como para que se produjese el rescate.
Aquello me puso en cólera, un ser que se encuentra en mitad del océano, desde Dios sabe cuantos días y en vez de atenderle inmediatamente se le cuestiona por su cuenta corriente.
Me acerque de nuevo a la escena, para poder oir la conversación,se trataba de un español que se había dormido en su cama y que se encontraba en aquel sueño, que no se acordaba del dinero que tenia, pero que a sabiendas de las condiciones que le estaban imponiendo para el rescate, decidió con firmeza y coraje mantenerse amarrado a aquel bote. Eche una vista hacia el bote y allí me vi, ¡era yo que desafiaba al capitán y a dos de los turistas! que imponían las citadas condiciones para acceder al barco con una peineta y con un respetuoso, "sigan con su viaje de mierda porque yo prefiero ser libre aunque solo sea por unos días o por mas tiempo si por suerte encuentro una isla a la que aferrarme".
En ese mismo instante sentí un brusco desplazamiento de mi cuerpo desde el barco hacia la barca que se fusiono con mi alma, que es la que varaba en el mar, momento en el que me desperté con un fuerte escalofrío de placer por lo acontecido.
En otra ocasión quizás pueda escribir la historia completa de mis sueños, pero este sin duda no me ha dejado indiferente y quería compartirlo con todos ya que posee un significado distinto para mi.
Un abrazo a mis lectores.
N.B. La comunicación en un blog es como la botella con el mensaje del naufrago que la deposita en el mar,con la única esperanza de que alguien la lea. Yo puedo escribir pero si nadie lee o interpreta mi mensaje es como si escribiese para mi mismo. Aun así hubiese valido la pena.