Esta mañana saliendo del aparcamiento para dirigirme al
espacio de Coworking para trabajar, y al recoger de un estante el “Día de Valladolid” y mirar la contraportada
me he topado con la columna de Alberto
Llaneza "A vueltas con las pensiones".
Me entristece y mucho, pensar que las soluciones que se
citan en dicho artículo, para evitar que muchos españoles como yo nos quedemos
sin poder cobrar las pensiones dentro de 20 años, por el simple hecho de haber
nacido en un periodo de expansión demográfica seguido de otro de retroceso, sean
simples e inocuas propuestas tanto por el que escribe, como por aquellos que
cita, al no poseer conocimiento sistémico de resolución de problemas.
No podemos dar marcha atrás pero si aprender de todo lo que
se ha hecho mal, de lo que no tiene sentido y de lo que ahora nos afecta a casi
todos.
Es evidente que los caciques de lo ajeno han estado
vendiendo la riqueza de nuestro país a la vez que se beneficiaban a corto y
largo plazo de ello. Y ha sucedido así, primero porque se lo hemos permitido,
en parte engañados por ciertas convicciones o creencias e intrigados por las
expectativas que surgían de esa venta.
El estado no tiene reservas, es más, maneja una deuda
considerable que estamos pagando todos con la rebaja de nuestros salarios, con
el aumento de los impuestos y ya no disponemos más margen de maniobra que tomar
decisiones paradigmáticas que nos hagan recuperar lo que era nuestro.
¿Y que era nuestro?
Empresas de telefonía, gas, electricidad o gestoras de agua
e infraestructuras paralelas... empresas con una red de clientes
suficientemente amplia como para generar ingresos, habida cuenta de las
infraestructuras que ya habíamos pagado como Estado y de las que éramos
propietarias legítimos previo a su venta.
Organizaciones que daban un valor añadido al PIB y cuyos
beneficios redundaban en nosotros. Porque hasta en eso hemos sido engañados,
nos decían que estas empresas eran perentorias y que un cambio de legitimidad
en su forma jurídica y un cambio de poder las transformaría, pero sin decirnos
a quien únicamente beneficiaría.
Así que el simple hecho de su cambio de gestión en algún
caso, permitió no solo quintuplicar beneficios en dos años, al margen de aumentos desproporcionados de
sueldos de sus directivos, de stock options y gastos en dietas o servicios
exclusivos en los que muchos podían chupar del bote… ¡¡¡Magia potagia!!! Lo captan
La mejor inversión de este país es deshacer ese nudo
gordiano defendiendo y recuperando lo
que era legítimamente nuestro, pero de
una forma sencilla y práctica, eso sí con coraje y con dignidad.
El nuevo Estado decidirá crear de la nada nuevas empresas
para la gestión de servicios de: telefonía, gas, electricidad, agua… avisando a
los contribuyentes de la única realidad posible, la decisión del traslado de nuestros contratos a esas nuevas compañías
en las que su beneficio recaerá en todos.
Un desequilibrio del mercado del 15% provocaría que las primeras
compañías privatizadas años atrás por el Estado comiencen a plantearse su
cierre y cesión de su opción de recompra al mismo antes de que su valor se vaya
al garete.
El Estado refirmará su intención no solo de incrementar su
interés de competir favoreciendo al ciudadano, sino bajando impuestos y
contratando a los trabajadores de esas empresas, además de rebajar y alinear los salarios de sus altos
cargos valiosos, si los hubiere, a la normalidad, además de quedarse con los
clientes que por comodidad se mantuvieran aún en dicha compañía ¿Alguien tiene
alguna duda?
Por supuesto que alguien dirá que el tribunal de la
competencia entrará a saco contra el Estado, pero para eso nos reservamos la
baza de justificar que nuestras acciones están plenamente justificadas pues se
posee la certeza de que nuestros propios políticos previa venta y regalo de las
compañías alteraron los balances de las mismas… esa es la verdadera justicia.
Por cierto dictaminaremos
nuevas leyes que permiten la retroactividad en las prescripciones de los
delitos y faltas contra el Estado y la ciudadanía para que a algunos decidan
directamente marcharse fuera del país, no exentos de miedo por verse
encarcelados.
Así mismo el Estado en caso de juicios y pruebas
condenatorias aplicará un interés retroactivo a nivel patrimonial de todos
aquellos que sean inculpados y también existirá un incremento de las fianzas y
las condiciones de todos aquellos que en espera de juicio tengan sus causas
pendientes.
Los ingresos por la generación de facturas relativas al
consumo de los servicios ofertados por el estrado irá en aumento, al igual que
la confianza hacia el mismo, lo cual provocará un masivo número de usuarios que
van pasándose a contratos de las distribuidoras de este, haciendo que otras
muchas compañías acaben siendo absorbidas antes de su quiebra.
Es muy posible que alguna empresa extranjera se posicione y
quiera pescar en rio revuelto, pero la tendencia de los ciudadanos en apostar
por quien les representa y recauda para ellos mismos es tan evidente, que no se
atreverán ni a insinuarse.
Llegará un momento en que muchas de las empresas
privatizadas sean recuperadas y a las que no les ayudaremos a tomar decisiones
en virtud de estratagemas orientadas a distribuir la riqueza que han quitado a
la ciudadanía con un aumento masivo de las tarifas y los impuestos, hasta
recuperar legítimamente y restablecer las cosas.
Con esos motores de la economía y en la disposición del
poder económico y del poder legislativo podemos generar más riqueza que
cualquier país del mundo en el que los repartos de los beneficios se efectúan
entre diversos holdings de poder, y ahora recalaran en la propia ciudadanía; aunque
siempre habrá algunos que piensen que las potencias internacionales nos
ahogaran con un embargo y acabaremos siendo una república bananera.
Desde mi punto de vista poco tenemos que perder, ya que lo
que ha llevado a Grecia a su crisis actual es el mismo camino y al mismo lugar
pero sin dignidad y acción, es decir
cual ovejas y que ha dejado a su estado sin opciones, pues
ya no poseen ni las sillas donde sentarse.
No quiero parecer ese
Bravehead o ese Don Pelayo que inspira a los valientes guerreros, aunque
reconozco que la historia del cine o la cruda realidad nos ha mostrado siempre
tanto dentro de nuestras fronteras como
fuera, que luchar por lo nuestro, es algo de lo que jamás nos arrepentiremos.
El arrepentimiento llegará tras nuestro sacrificio, esfuerzo
y sumisión y sea devuelto con la falta de libertad y autenticidad que nos
impida liberarnos de nuestros trabajos, con la falta de liquidez económica a
edades en las que no tenemos las ideas claras, ni la fuerza de este momento y
sobre todo con la desdicha de haber dejado el peor de los escenarios posibles a
nuestros hijos.
Y en medio de todo esto “Su ley mordaza”.