jueves, 2 de julio de 2015

Dignidad y acción: Un valor en alza

Esta mañana saliendo del aparcamiento para dirigirme al espacio de Coworking para trabajar, y al recoger de un estante el  “Día de Valladolid” y mirar la contraportada me he  topado con la columna de Alberto Llaneza "A vueltas con las pensiones".

Me entristece y mucho, pensar que las soluciones que se citan en dicho artículo, para evitar que muchos españoles como yo nos quedemos sin poder cobrar las pensiones dentro de 20 años, por el simple hecho de haber nacido en un periodo de expansión demográfica seguido de otro de retroceso, sean simples e inocuas propuestas tanto por el que escribe, como por aquellos que cita, al no poseer conocimiento sistémico de resolución de problemas.

No podemos dar marcha atrás pero si aprender de todo lo que se ha hecho mal, de lo que no tiene sentido y de lo que ahora nos afecta a casi todos.

Es evidente que los caciques de lo ajeno han estado vendiendo la riqueza de nuestro país a la vez que se beneficiaban a corto y largo plazo de ello. Y ha sucedido así, primero porque se lo hemos permitido, en parte engañados por ciertas convicciones o creencias e intrigados por las expectativas que surgían de esa venta.

El estado no tiene reservas, es más, maneja una deuda considerable que estamos pagando todos con la rebaja de nuestros salarios, con el aumento de los impuestos y ya no disponemos más margen de maniobra que tomar decisiones paradigmáticas que nos hagan recuperar lo que era nuestro.

¿Y que era nuestro?

Empresas de telefonía, gas, electricidad o gestoras de agua e infraestructuras paralelas... empresas con una red de clientes suficientemente amplia como para generar ingresos, habida cuenta de las infraestructuras que ya habíamos pagado como Estado y de las que éramos propietarias legítimos previo a su venta.

Organizaciones que daban un valor añadido al PIB y cuyos beneficios redundaban en nosotros. Porque hasta en eso hemos sido engañados, nos decían que estas empresas eran perentorias y que un cambio de legitimidad en su forma jurídica y un cambio de poder las transformaría, pero sin decirnos a quien únicamente beneficiaría.

Así que el simple hecho de su cambio de gestión en algún caso, permitió no solo quintuplicar beneficios en dos años,  al margen de aumentos desproporcionados de sueldos de sus directivos, de stock options y gastos en dietas o servicios exclusivos en los que muchos podían chupar del bote… ¡¡¡Magia potagia!!!  Lo captan

La mejor inversión de este país es deshacer ese nudo gordiano  defendiendo y recuperando lo que era legítimamente  nuestro, pero de una forma sencilla y práctica, eso sí con coraje y con dignidad.

El nuevo Estado decidirá crear de la nada nuevas empresas para la gestión de servicios de: telefonía, gas, electricidad, agua… avisando a los contribuyentes de la única realidad posible, la decisión del traslado de nuestros contratos a esas nuevas compañías en las que su beneficio recaerá en todos.

Un desequilibrio del mercado del 15% provocaría que las primeras compañías privatizadas años atrás por el Estado comiencen a plantearse su cierre y cesión de su opción de recompra al mismo antes de que su valor se vaya al garete.

El Estado refirmará su intención no solo de incrementar su interés de competir favoreciendo al ciudadano, sino bajando impuestos y contratando a los trabajadores de esas empresas, además de rebajar y alinear los salarios de sus altos cargos valiosos, si los hubiere, a la normalidad, además de quedarse con los clientes que por comodidad se mantuvieran aún en dicha compañía ¿Alguien tiene alguna duda?

Por supuesto que alguien dirá que el tribunal de la competencia entrará a saco contra el Estado, pero para eso nos reservamos la baza de justificar que nuestras acciones están plenamente justificadas pues se posee la certeza de que nuestros propios políticos previa venta y regalo de las compañías alteraron los balances de las mismas… esa es la verdadera justicia.

Por cierto dictaminaremos nuevas leyes que permiten la retroactividad en las prescripciones de los delitos y faltas contra el Estado y la ciudadanía para que a algunos decidan directamente marcharse fuera del país, no exentos de miedo por verse encarcelados.

Así mismo el Estado en caso de juicios y pruebas condenatorias aplicará un interés retroactivo a nivel patrimonial de todos aquellos que sean inculpados y también existirá un incremento de las fianzas y las condiciones de todos aquellos que en espera de juicio tengan sus causas pendientes.

Los ingresos por la generación de facturas relativas al consumo de los servicios ofertados por el estrado irá en aumento, al igual que la confianza hacia el mismo, lo cual provocará un masivo número de usuarios que van pasándose a contratos de las distribuidoras de este, haciendo que otras muchas compañías acaben siendo absorbidas antes de su quiebra.

Es muy posible que alguna empresa extranjera se posicione y quiera pescar en rio revuelto, pero la tendencia de los ciudadanos en apostar por quien les representa y recauda para ellos mismos es tan evidente, que no se atreverán ni a insinuarse.

Llegará un momento en que muchas de las empresas privatizadas sean recuperadas y a las que no les ayudaremos a tomar decisiones en virtud de estratagemas orientadas a distribuir la riqueza que han quitado a la ciudadanía con un aumento masivo de las tarifas y los impuestos, hasta recuperar legítimamente y restablecer las cosas.

Con esos motores de la economía y en la disposición del poder económico y del poder legislativo podemos generar más riqueza que cualquier país del mundo en el que los repartos de los beneficios se efectúan entre diversos holdings de poder, y ahora recalaran en la propia ciudadanía; aunque siempre habrá algunos que piensen que las potencias internacionales nos ahogaran con un embargo y acabaremos siendo una república bananera.

Desde mi punto de vista poco tenemos que perder, ya que lo que ha llevado a Grecia a su crisis actual es el mismo camino y al mismo lugar pero sin  dignidad y acción, es decir cual ovejas  y  que ha dejado a su estado sin opciones, pues ya no poseen ni las sillas donde sentarse.

No quiero parecer ese Bravehead o ese Don Pelayo que inspira a los valientes guerreros, aunque reconozco que la historia del cine o la cruda realidad nos ha mostrado siempre tanto dentro  de nuestras fronteras como fuera, que luchar por lo nuestro, es algo de lo que jamás nos arrepentiremos.

El arrepentimiento llegará tras nuestro sacrificio, esfuerzo y sumisión y sea devuelto con la falta de libertad y autenticidad que nos impida liberarnos de nuestros trabajos, con la falta de liquidez económica a edades en las que no tenemos las ideas claras, ni la fuerza de este momento y sobre todo con la desdicha de haber dejado el peor de los escenarios posibles a nuestros hijos.


Y en medio de todo esto “Su ley mordaza”.